miércoles, 30 de abril de 2014

El pueblo Shawi y el último refugio de los clanes III

Alejandro es el único profesor bilingüe de la comunidad. Vive ahí desde el 2012 y es quizá el profesor que está en la última escuela del rincón olvidado de la región. Es descendiente de la nación Shawi y tiene secundaria completa. Antes de llegar  a la comunidad con su familia, vivía por Yurimaguas como  pescador y agricultor. Cuando se enteró de la convocatoria del gobierno regional para ocupar plazas bilingües para enseñar en sus comunidades de origen Shawi, no lo pensó dos veces. Se presentó, pasó las evaluaciones de rigor y fue contratado. Ahora estudia en la universidad Alas Peruana para sacar el título de Pedagogía.
 Lo había conocido por pura coincidencia un día cuando iba la Municipalidad de Papaplaya. Había bajado al distrito ayudar a sus autoridades a gestionar materiales para su escuela y su comunidad. Estaba con Wiler Saurin haciendo sus coordinaciones  de trabajo, cuando me vio nos presentó. Le dije que tenía planeado viajar a la comunidad. Me miró cómo se mira a un extraño, porque era la primera vez que me veía y estaba sorprendido por este foráneo que estaba interesado en ir hasta la comunidad. Me dijo que él ya lo sabía y siguió siendo muy parco, casi por compromiso decía “Sí” “ajá”. Después, ya más confiado, me habló si yo venía constantemente a la Ugel, que si conocía a esos funcionarios, al parecer quería que le llevara documentos importantes de su escuela. Me ofrecí encantado. Le dije que el sería nuestro interprete, que nos enseñara lo que sabe de la comunidad y su idioma, íbamos con la intención de aprender.
La escuela  del profesor Alejandro es pequeña y está hecha de palma y pona. Fue el quién puso el nombre de I.E. Kunpanamá N° 1136. Kumpanamá significa el que enseña, el maestro de los maestros, el que crea y construye sobre roca, es el líder que enseña. Nombre que él recogió de sus antepasados que siempre le dijeron que había que guardar y grabar la sabiduría del pueblo sobre la piedra, para que el tiempo no borre jamás de la mente y del corazón de cada descendiente: la historia, la cultura y la sabiduría del pueblo.
Hay más de veinte estudiantes en edades que van desde los siete años hasta los dieciséis años. Los más grandes ya saben leer y escribir, también sumar, restar, multiplicar y dividir. Las más pequeñas de la escuela recién están aprendiendo a garrar el lápiz, pero saben cantar muy bien, nos deleitaron un canto sobre el maíz que es comido por los piwichos, ruega que no se los coman.
Como habíamos decidido aprender algo del idioma, el profesor nos había preparado una clase para conocer los números del 1 al 10 en Shawi. Así por ejemplo uno en Shawi es a´nará, dos es Katu, tres es Kara, cuatro Katawini, cinco es a´neterapu, seis es sauta, siete es kanchise, ocho es pusa, nueve es iskun y diez es chunka. Oraciones con acciones cotidianas: Ta´ta shishi shanin que quiere decir  “Mi papa siembre maíz”, I´ya pawara tiparini quiere decir queMi hermano  mató una sachavaca” y I´yae´kusea ipii pa´ni,Mi primo José compra majas”. Si usted se ha dado cuenta, los últimos números del idioma Shawi son tomados del quechua. Estamos probablemente ante un pueblo trilingüe que va acoplando y desarrollando su cultura con el aporte de otros idiomas como el Quechua, Shawi y el Español, porque saben contar en este idioma.
Un pueblo trilingüe que al paso de los años ha acogido entre los suyos a madereros blancos de ajos azules y mestizos venidos de otras tierras que se enamoraron de las hijas del apu, y decidieron unirse al pueblo aceptando todas sus costumbres. Nos dimos cuenta en el día en que llegamos al pueblo, ver a esos hombres de facciones blancas y barbilla gringa  marcando entre sus brazos a niños también blanquiñosos y de ojos gatunos junto  a sus esposas Shawis.
Como no aprender de ellos, una experiencia única que se puede conocer y estudiar esta realidad,  como la cultura dominante que se fue imponiendo poco a poco en la época de los Incas, nuevos conceptos e ideas, nuevas relaciones,   que los antropólogos  llamarían proceso “aculturación” y asimilación.

El maestro nos habló de la costumbre del buen cazador. En la comunidad Shawi, según corrobora Wiler Saurin, existe la tradición del hombre moso que atrape un picaflor, será un hombre afortunado. El pueblo admirara su astucia y coraje, porque según ellos, casi nadie puede atrapar un picaflor. Se requiere mucho talento, precisión y de estratega para atraparlo, es el ave más veloz del mundo y una de las más pequeñas del mundo.  El día en que aparezca un joven con un picaflor en sus manos, ese será un bendecido. Los viejos que tengan hijas le ofrecerán para sus mujeres. Ellos mismo le llevaran ante la familia del moso para que las tome y las despose, porque él es el mejor cazador del mundo y no le faltará nada a su familia.