A las ocho de la mañana del
martes, cuando el sol ya brilló por todos lados y el pueblo Shawi y sus
autoridades estaban en la casa comunal, nos dieron la bienvenida de manera
oficial con sus discursos de uno y otro que se atrevía hablar. Nuestra visita
era largamente esperada por el pueblo, porque habían preparado arto masato,
habían ido a casar animales de monte para el almuerzo y la cena. Nos anunciaron
que nuestro desayuno sería un sancochado de Sachavaca con sal de piedra. El
maestro Alejandro Cahuasa, me anticipó entonces que veríamos la costumbre de
comer del pueblo cuando tiene invitados y la forma en cómo se comportan los
hombres y mujeres, niños y ancianos. Fue así, minutos después trajeron las
hojas de plátano y bijao, las tendieron en el suelo en dos partes. Sacaron unas
ollas con yucas y las vaciaron sobre las hojas, después la olla con carne de
Sachavaca con presas grandes de un kilo a más para cada uno, ají hecho con el
caldo de la carne sancochada. Una bandeja de cerámica con su presa puesta en
ella, su plato de ají y yucas a parte para el apu Mayor, el venerable anciano.
Después todos fuimos invitados acuclillarse
y a comer de las porciones del suelo,
los hombres aquí y las mujeres allá, el banquete estaba servido, a comer con la
mano. Todos comían por igual. Cuando vi a mis estudiantes y a la maestra Eva
que me acompañaba en esta aventura, estaban más que felices, porque el día
anterior había viajado todo el día y habíamos comido poco, había mucha hambre
pero dodos había disimulado bien hasta ese momento.
Eso el pueblo Shawi, uno de los
tres grupos o pueblos originarios reconocidos en la Región San Martín, de
quienes se conoce muy poco y se habla mucho. Junto a los Quechuas-Lamistas con
más de cincuenta comunidades desparramados en toda la región, los Awuajun
asentados sólidamente en el alto Mayo y los Shawis en el bajo Huallaga. Son las
comunidades nativas del que la región se siente orgullosa de tenerlos, habla de
ellas y los presenta como pueblos exóticos para la fotografía y para la
aventura turística. Son parte de ese inmenso territorio llamada Amazonía que comprende
los territorios de Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Guyana, Venezuela
y Zurinan. Son esos habitantes de la
Amazonía-más de un “millón y medio” de habitantes- considerados a veces
personas de segunda clase porque casi siempre permanecen en el olvido, solo se
acuerdan cuando habrá explotación de los recursos que poseen sus tierras y
bosques.
Hablar del pueblo Shawi es
hablar también de un pueblo que pertenece a esos “400 pueblos o familias etnolingüísticas que hay
en toda la cuenca amazónica y sus afluentes” que luchan por sobrevivir y no
desaparecer como los islotes de tierra cuando arremete la creciente de los ríos.
Son parte sobreviviente de esa
lamentable y terrible genocidio y
etnocidio de quinientos años, hablando claro desde la época precolombina y la
“conquista de los Españoles”, aunque todos los males del Perú se suele
achacarlos a ellos. Se calcula desde entonces que han desaparecido ya más de
1600 pueblos o naciones, en una Amazonía que estuvo poblada por más de 7 millones
de habitantes indígenas de 2000 pueblos o naciones”. Se culpa al pasado, a los
hombres de empresas explotadoras del hombre por el hombre, a las epidemias,
pero ¿Qué hay de la República de
nuestros días con toda su modernidad y sus riquezas y derechos humanos para
ayudarlos a no desaparecer?
Saber que existe más de 12
comunidades Shawis en nuestra región resulta insólito, al menos para quién
escribe esto, la existencia como pueblo parecía más por error de pertenencia a
la región que por un asunto de vital importancia para la cultura de la región y
del país. La mayoría de estos pueblos anteponen al nombre la palabra Nuevo:
“Nueva Alianza, Nuevo Pijuayal, Nuevo Pisana, Nuevo Nauta, Nuevo San Martin,
Nuevo Tocache, Nueva Angaisa, Nuevo Santa Rosa de Alto Chambira, y los otros nombres de Santos Cristianos como
San José, Santa Rosa, San Manuel, San Francisco de Pampayacu y Charapillo, casi
todos asentados en la jurisdicción del Pongo del Caynarachi. La sola lectura de los nombres de los pueblos Shawis, evidencia que los clanes o familias
están en expansión y que todo está por hacerse. La fuerte influencia de la inmigración
andina y la influencia religiosa Cristiana Católica, están replanteando su
nueva concepción del mundo, asimilando nuevas costumbres, puede que se
enriquezcan o sufran una alienación que puede terminar por desaparecer su
originalidad como pueblo amazónico.
Cada pueblo es una clan
familiar al estilo patriarcal, así por ejemplo: en la comunidad de Charapillo
están los Mosquedas, en San José están los Tangoas, en el Alto Chambira están
los Marichis, en Santa Rosa y San Manuel están los Chanchari y los Napo. Todos buscando
mantener una identidad, un idioma, una visión del mundo propio, resistiendo a los
embates de la inmigración desordenada y aplastante.
Por lo general, se dice que las
comunidades o pueblos originarios que sobrevivieron a la extinción cultural
como raza y cultura, fue gracias a sus conocimientos ancestrales milenarios
sobre la naturaleza y el mundo que los rodea. Su práctica y cultura de
previsión como filosofía de sobrevivencia cotidiana permitieron a adaptarse a
los diferentes cambios de estado de la tierra y de las sociedades en todas las épocas
de la historia humana, y esto es probablemente lo que esté sucediendo hoy en la
nación Shawi.
En estos tiempos en que la economía
global extractivista y salvaje basada en
la sola explotación de los recursos- según Roger Runrrill- pone a las
comunidades indígenas amazónicas hoy más que nunca en una grave crisis de
subsistencia. Los territorios amazónicos, que incluye a nuestra región, son
ricos en gas, petróleo y madera, bordean 90% de la explotación y riqueza que produce para
el país, sin contar el oro aluvial de los ríos y los nuevos sembríos
industriales de grandes proporciones que van en franco crecimiento. Explotar la
riqueza de sus tierras en desmedro de los indígenas y su desaparición, sería un
genocidio y un etnocidio, dejar que esos recursos se mantengan ahí como
mendigos sentados sobre un banco de oro, tampoco es viable. Se quiere un aprovechamiento
sostenible de los recursos con una mirada humanista, sostenible, inclusivo, responsable y respetuoso de los
pueblos originarios.