miércoles, 30 de abril de 2014

El pueblo Shawi y el último refugio de los clanes IV





Habíamos viajado 9 horas en dos canoas desde el distrito de Papaplaya. Quizá sea el rincón más alejado de la región, a un día de la frontera con Ucayali, un lugar inaccesible, apartados de la modernidad para estar más cerca del mismo paraíso o la tierra prometida.  Nos había dado la lluvia más de 4 horas, nos dijeron que solo sería 6 horas, pero por el mal tiempo, fueron más. Los guías que eran dos adolescentes Shawis parecían dejarnos a la intemperie como perdidos en los charcos prehistóricos, a parecían como los Los Moshis (guardianes del bosque) sentados en su canoa, esperándonos y riéndose de nosotros. “Por aquí es”-decían. Prendían su pequepeque y nos adelantaban.
Esas tierras y bosques que ahora visitábamos, queríamos mis estudiantes y yo, aprendiéramos algo del pueblo Shawi  sus costumbres, sus tradiciones, su idioma y sabiduría ancestral.  La idea de visitarla la tuve a inicios del 2013, cuando supe del lugar a donde iba  a trabajar como maestro en el Bajo Huallaga.  Cuando llegué al distrito, casi nadie tenía información sobre ellos, es más, parecía haber una especie de tema tabu o de indiferencia de los estudiantes y de la comunidad, incluso hasta cierta forma despreciativa al referirse a ellos por su comida, por su manera de ser y su idioma, por su carne ahumada a veces mal oliente cuando traen a la ciudad para venderla, o porque eres un nativito o un “primo”,  no un Señor Tangoa o un señor Machahuachi o Wiñapi. Incluso en los discursos oficiales de las autoridades locales muy poco se los menciona, al menos en el sentido de reconocimiento y afirmación de una identidad de pueblo, de la que deban sentirse orgullosos. Probablemente por desconocimiento de su propia realidad, al no saber el valor, la riqueza que tienen y su responsabilidad de conservarla, de hacerla que viva, promoverla para que se desarrolle y se manifieste como cultura que sabe de bosques, de animales, de aguas, de las animas de los árboles.

Visitar su pueblo requiere tener espíritu de aventurero  y de explorador. Tienes que arriesgarte, estar dispuesto a sufrir los peores embates de la naturaleza como las lluvias torrenciales con los relámpagos que te caen por la espalda, cruzar lagunas de aguas oscuras, quebradas con palos inmensos cruzados de orilla a orilla, haciendo que nuestras canoas sean alzadas en hombros para esquivarlos o hacerlos hundir por debajo de los troncos y hacerlos a aparecer por arte de magia en medio de las quebradas o de las lagunas. Llegar a su pueblo es una odisea, volver  es peor todavía, porque nos tomó 12 horas, porque nos arriesgamos a volver solos. Nos perdimos en la noche, en ese laberinto de riachuelos y cochas, donde nuestros estudiantes empezaban a desesperarse y echarse la culpa unos a otros, era mejor no perder la calma, eso lo sabía la profesora Eva Ushiñahua. Es preferible mirar el fluir silencioso y casi imperceptible del agua para orientarse y dejarse llevarse por ellas-eso dijo Angello, hijo de pescador de ríos y cochas- porque todas las aguas de los ríos van a dar  al mar, en este caso el Atuncocha y al río Huallaga, nos salvó.
 

El pueblo Shawi y el último refugio de los clanes III

Alejandro es el único profesor bilingüe de la comunidad. Vive ahí desde el 2012 y es quizá el profesor que está en la última escuela del rincón olvidado de la región. Es descendiente de la nación Shawi y tiene secundaria completa. Antes de llegar  a la comunidad con su familia, vivía por Yurimaguas como  pescador y agricultor. Cuando se enteró de la convocatoria del gobierno regional para ocupar plazas bilingües para enseñar en sus comunidades de origen Shawi, no lo pensó dos veces. Se presentó, pasó las evaluaciones de rigor y fue contratado. Ahora estudia en la universidad Alas Peruana para sacar el título de Pedagogía.
 Lo había conocido por pura coincidencia un día cuando iba la Municipalidad de Papaplaya. Había bajado al distrito ayudar a sus autoridades a gestionar materiales para su escuela y su comunidad. Estaba con Wiler Saurin haciendo sus coordinaciones  de trabajo, cuando me vio nos presentó. Le dije que tenía planeado viajar a la comunidad. Me miró cómo se mira a un extraño, porque era la primera vez que me veía y estaba sorprendido por este foráneo que estaba interesado en ir hasta la comunidad. Me dijo que él ya lo sabía y siguió siendo muy parco, casi por compromiso decía “Sí” “ajá”. Después, ya más confiado, me habló si yo venía constantemente a la Ugel, que si conocía a esos funcionarios, al parecer quería que le llevara documentos importantes de su escuela. Me ofrecí encantado. Le dije que el sería nuestro interprete, que nos enseñara lo que sabe de la comunidad y su idioma, íbamos con la intención de aprender.
La escuela  del profesor Alejandro es pequeña y está hecha de palma y pona. Fue el quién puso el nombre de I.E. Kunpanamá N° 1136. Kumpanamá significa el que enseña, el maestro de los maestros, el que crea y construye sobre roca, es el líder que enseña. Nombre que él recogió de sus antepasados que siempre le dijeron que había que guardar y grabar la sabiduría del pueblo sobre la piedra, para que el tiempo no borre jamás de la mente y del corazón de cada descendiente: la historia, la cultura y la sabiduría del pueblo.
Hay más de veinte estudiantes en edades que van desde los siete años hasta los dieciséis años. Los más grandes ya saben leer y escribir, también sumar, restar, multiplicar y dividir. Las más pequeñas de la escuela recién están aprendiendo a garrar el lápiz, pero saben cantar muy bien, nos deleitaron un canto sobre el maíz que es comido por los piwichos, ruega que no se los coman.
Como habíamos decidido aprender algo del idioma, el profesor nos había preparado una clase para conocer los números del 1 al 10 en Shawi. Así por ejemplo uno en Shawi es a´nará, dos es Katu, tres es Kara, cuatro Katawini, cinco es a´neterapu, seis es sauta, siete es kanchise, ocho es pusa, nueve es iskun y diez es chunka. Oraciones con acciones cotidianas: Ta´ta shishi shanin que quiere decir  “Mi papa siembre maíz”, I´ya pawara tiparini quiere decir queMi hermano  mató una sachavaca” y I´yae´kusea ipii pa´ni,Mi primo José compra majas”. Si usted se ha dado cuenta, los últimos números del idioma Shawi son tomados del quechua. Estamos probablemente ante un pueblo trilingüe que va acoplando y desarrollando su cultura con el aporte de otros idiomas como el Quechua, Shawi y el Español, porque saben contar en este idioma.
Un pueblo trilingüe que al paso de los años ha acogido entre los suyos a madereros blancos de ajos azules y mestizos venidos de otras tierras que se enamoraron de las hijas del apu, y decidieron unirse al pueblo aceptando todas sus costumbres. Nos dimos cuenta en el día en que llegamos al pueblo, ver a esos hombres de facciones blancas y barbilla gringa  marcando entre sus brazos a niños también blanquiñosos y de ojos gatunos junto  a sus esposas Shawis.
Como no aprender de ellos, una experiencia única que se puede conocer y estudiar esta realidad,  como la cultura dominante que se fue imponiendo poco a poco en la época de los Incas, nuevos conceptos e ideas, nuevas relaciones,   que los antropólogos  llamarían proceso “aculturación” y asimilación.

El maestro nos habló de la costumbre del buen cazador. En la comunidad Shawi, según corrobora Wiler Saurin, existe la tradición del hombre moso que atrape un picaflor, será un hombre afortunado. El pueblo admirara su astucia y coraje, porque según ellos, casi nadie puede atrapar un picaflor. Se requiere mucho talento, precisión y de estratega para atraparlo, es el ave más veloz del mundo y una de las más pequeñas del mundo.  El día en que aparezca un joven con un picaflor en sus manos, ese será un bendecido. Los viejos que tengan hijas le ofrecerán para sus mujeres. Ellos mismo le llevaran ante la familia del moso para que las tome y las despose, porque él es el mejor cazador del mundo y no le faltará nada a su familia.

El pueblo Shawi y el último refugio de los clanes II


A las ocho de la mañana del martes, cuando el sol ya brilló por todos lados y el pueblo Shawi y sus autoridades estaban en la casa comunal, nos dieron la bienvenida de manera oficial con sus discursos de uno y otro que se atrevía hablar. Nuestra visita era largamente esperada por el pueblo, porque habían preparado arto masato, habían ido a casar animales de monte para el almuerzo y la cena. Nos anunciaron que nuestro desayuno sería un sancochado de Sachavaca con sal de piedra. El maestro Alejandro Cahuasa, me anticipó entonces que veríamos la costumbre de comer del pueblo cuando tiene invitados y la forma en cómo se comportan los hombres y mujeres, niños y ancianos. Fue así, minutos después trajeron las hojas de plátano y bijao, las tendieron en el suelo en dos partes. Sacaron unas ollas con yucas y las vaciaron sobre las hojas, después la olla con carne de Sachavaca con presas grandes de un kilo a más para cada uno, ají hecho con el caldo de la carne sancochada. Una bandeja de cerámica con su presa puesta en ella, su plato de ají y yucas a parte para el apu Mayor, el venerable anciano. Después todos  fuimos invitados acuclillarse y a comer de las porciones del  suelo, los hombres aquí y las mujeres allá, el banquete estaba servido, a comer con la mano. Todos comían por igual. Cuando vi a mis estudiantes y a la maestra Eva que me acompañaba en esta aventura, estaban más que felices, porque el día anterior había viajado todo el día y habíamos comido poco, había mucha hambre pero dodos había disimulado bien hasta ese momento.
Eso el pueblo Shawi, uno de los tres grupos o pueblos originarios reconocidos en la Región San Martín, de quienes se conoce muy poco y se habla mucho. Junto a los Quechuas-Lamistas con más de cincuenta comunidades desparramados en toda la región, los Awuajun asentados sólidamente en el alto Mayo y los Shawis en el bajo Huallaga. Son las comunidades nativas del que la región se siente orgullosa de tenerlos, habla de ellas y los presenta como pueblos exóticos para la fotografía y para la aventura turística. Son parte de ese inmenso territorio llamada Amazonía que comprende los territorios de Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Guyana, Venezuela y Zurinan. Son esos  habitantes de la Amazonía-más de un “millón y medio” de habitantes- considerados a veces personas de segunda clase porque casi siempre permanecen en el olvido, solo se acuerdan cuando habrá explotación de los recursos que poseen sus tierras y bosques.
Hablar del pueblo Shawi es hablar también de un pueblo que pertenece a esos “400  pueblos o familias etnolingüísticas que hay en toda la cuenca amazónica y sus afluentes” que luchan por sobrevivir y no desaparecer como los islotes de tierra cuando arremete la creciente de los ríos. Son parte sobreviviente  de esa lamentable y  terrible genocidio y etnocidio de quinientos años, hablando claro desde la época precolombina  y  la “conquista de los Españoles”, aunque todos los males del Perú se suele achacarlos a ellos. Se calcula desde entonces que han desaparecido ya más de 1600 pueblos o naciones, en una Amazonía que estuvo poblada por más de 7 millones de habitantes indígenas de 2000 pueblos o naciones”. Se culpa al pasado, a los hombres de empresas explotadoras del hombre por el hombre, a las epidemias, pero  ¿Qué hay de la República de nuestros días con toda su modernidad y sus riquezas y derechos humanos para ayudarlos a no desaparecer? 
Saber que existe más de 12 comunidades Shawis en nuestra región resulta insólito, al menos para quién escribe esto, la existencia como pueblo parecía más por error de pertenencia a la región que por un asunto de vital importancia para la cultura de la región y del país. La mayoría de estos pueblos anteponen al nombre la palabra Nuevo: “Nueva Alianza, Nuevo Pijuayal, Nuevo Pisana, Nuevo Nauta, Nuevo San Martin, Nuevo Tocache, Nueva Angaisa, Nuevo Santa Rosa de Alto Chambira,  y los otros nombres de Santos Cristianos como San José, Santa Rosa, San Manuel, San Francisco de Pampayacu y Charapillo, casi todos asentados en la jurisdicción del Pongo del Caynarachi.  La sola lectura de los nombres de los pueblos  Shawis, evidencia que los clanes o familias están en expansión y que todo está por hacerse. La fuerte influencia de la inmigración andina y la influencia religiosa Cristiana Católica, están replanteando su nueva concepción del mundo, asimilando nuevas costumbres, puede que se enriquezcan o sufran una alienación que puede terminar por desaparecer su originalidad como pueblo amazónico.
Cada pueblo es una clan familiar al estilo patriarcal, así por ejemplo: en la comunidad de Charapillo están los Mosquedas, en San José están los Tangoas, en el Alto Chambira están los Marichis, en Santa Rosa y San Manuel están los Chanchari y los Napo. Todos buscando mantener una identidad, un idioma, una visión del mundo propio, resistiendo a los embates de la inmigración desordenada y aplastante.
Por lo general, se dice que las comunidades o pueblos originarios que sobrevivieron a la extinción cultural como raza y cultura, fue gracias a sus conocimientos ancestrales milenarios sobre la naturaleza y el mundo que los rodea. Su práctica y cultura de previsión como filosofía de sobrevivencia cotidiana permitieron a adaptarse a los diferentes cambios de estado de la tierra y de las sociedades en todas las épocas de la historia humana, y esto es probablemente lo que esté sucediendo hoy en la nación Shawi.

En estos tiempos en que la economía global  extractivista y salvaje basada en la sola explotación de los recursos- según Roger Runrrill- pone a las comunidades indígenas amazónicas hoy más que nunca en una grave crisis de subsistencia. Los territorios amazónicos, que incluye a nuestra región, son ricos en gas, petróleo y madera, bordean 90%  de la explotación y riqueza que produce para el país, sin contar el oro aluvial de los ríos y los nuevos sembríos industriales de grandes proporciones que van en franco crecimiento. Explotar la riqueza de sus tierras en desmedro de los indígenas y su desaparición, sería un genocidio y un etnocidio, dejar que esos recursos se mantengan ahí como mendigos sentados sobre un banco de oro, tampoco es viable. Se quiere un aprovechamiento sostenible de los recursos con una mirada humanista, sostenible,  inclusivo, responsable y respetuoso de los pueblos originarios. 

El pueblo Shawi y el último refugio de los clanes I

Eran las seis de la mañana cuando despertamos en el pueblo  Shawi de San Manuel Nashatauri. Las voces de los muchachos de la expedición empezaron a escucharse: la risa de pájaro de Beky, la irresisteble risa de Maricela, la broma y la chacota de Jaime, Kanario y Jonás, la queja de Addison, Jorge y Miguel de no haber dormido bien por lo zancudos y la voz tímida de Angello y Antenor a que les dejaran dormir. Su bulla irrumpía así el silencio de la mañana en una comunidad acostumbrada a la tranquilidad y a la paz de sus bosques. El sol era brillante, sus rayos se filtraban por el tupido follaje de un bosque de árboles corpulentos, dando la sensación de estar en la jungla pura, virginal, adánica. Cuando nos pusimos de pie y la profesora Eva se disponía a disparar hacia algún animal del bosque con su escopeta de cañón largo que parecía objeto de museo (posando claro, muy temprano para la foto del momento histórico) entre broma y risa, contemplamos ese brillo cristalino que dan las hojas mojadas por el sereno, sentir esa brisa fresca de bosques húmedos de una lluvia fugaz que purificaban el alma y purifican el pulmón del mundo. Todo era tan agradable como despertar y ver el fondo blanco y puro de la neblina cubriendo el llano amazónico y su inmensidad que no tenía fin.      
Un hombre de cabello muy largo, joven y de ojos achinados me vio parado mirando  el amanecer en el pueblo. Se acercó despacio para darme la mano. “Wi´ kamá maitró”. Buenos días-dije. “Pupi noyá. ¿Winú? Muchas gracias. Yo asentí con la cabeza y sonreí. “¿Winú wawaruzá? Gracias… “¡Winu, winu!”. Le decía a su mujer que miraba muy seria desde un costado de la casa. No sabía su idioma, pero podía adivinar lo que estaba diciendo: un saludo de bienvenida, me iban a invitar masato, arto masato.     
Vimos que su mujer agarró un tazón de plástico, metió la mano a una olla grande de aluminio, sacó una maza de yuca amarillenta y con un poco de agua tibia lo chapeó con sus manos. Después de colarlo en un cernidor, trajo la bebida en un recipiente de cerámica y me lo dio. Lo recibí agradecido. Lo probé y salía a zapallo y yuca fermentada disuelta en agua tibia. Lo  bebí sin respirar, como si hubiera estado con mucha sed. No era el masato que había bebido alguna vez con su fermento propio, que lo hace único a los paladares de los comunes mortales masateros, pero era la bebida más apreciada y nos invitaban con agrado. Después todos mis estudiantes fueron invitados a tomar, la misma profesora Eva estaba encantada del lugar y del masato, me ayudó que los muchachos estuvieran atentos, mantuvieran el ojo observador para hacer el trabajo al que habían venido.       
“Apu maitró” (Apu profesor)-dijo el hombre otra vez. Me llevó hacia la hamaca donde estaba sentado un anciano al que yo había visto llegar entre sueños y primeras luces de la mañana, tal vez con la idea de ser el primero para saludarnos. Cuando lo vi ya muy de cerca, lo reconocí, era el Apu que un día saludé en Papaplaya cuando entraba con dos de sus cuatro mujeres a la municipalidad. Era el Apu mayor, la autoridad máxima de la comunidad, a quién todos reverenciaban y respetaban mucho no solo por ser el más anciano y porque gobernaba el pueblo, sino porque era  sobre todo el padre, el fundador y el sabio del pueblo. Se llamaba Manuel Tangoa Chanchari y tenía los collares con plumas multicolores de pinsha (Tucán) y de loros Guacamayos. Estaba vestido con ropas mestizas (camisa blanca manga larga, pantalón marrón y zapatillas blancas de Marroquín). Me presenté y le hablé de las razones de nuestra visita, que era sobre todo conocer su comunidad, y se mostró alegre y complacido. Hablaba sin parar entremezclando el Español con el Shawi como un torrente de palabras garrasposas, reía al mismo tiempo con el hombre de mi lado, tal vez bromeando conmigo  a su manera, pero como no sabia su idioma no quedaba otra que reírse con ellos, así como nosotros a veces nos reímos de los gringos cuando no entienden lo que decimos.
Agradecía mucho nuestra presencia, este era su pueblo, alejado, difícil de llegar, fundado por él hacía nueve años atrás, en el momento en que las tierras, los animales y bosques de la jurisdicción del Pongo del Caynarachi  empezaron a escasear y desaparecer con la inmigración serrana y costeña que se metió sin miedo y tomaron posesión de los  extensos valles del llano amazónico. Estos se posesionaron de las hectáreas de terreno que quisieron, los tomaron a precios  simbólicos. Fundaron nuevos pueblos, hicieron invernas para el ganado y exigieron la apertura de carreteras y trochas carrosables. Vieron un día la llegada de una empresa de palma aceitera que lo compraba y tumbaba todo. Abundaron las camionetas, camiones y volvos para sacar las papayas, la madera  y el palmito. Como Apu mayor, al ver que esto empeoraba y que no encajaban en este proceso acelerado de cambios sociales y ambientales, juntó a sus cuatro mujeres y toda la prole de hijos, nueras, yernos mestizos, decidieron un día emprender el éxodo hacia nuevas tierras y bosques donde eran más compatibles con su modo de vida y sus costumbres antes de desaparecer en la vorágine de la “modernidad”. 

sábado, 29 de septiembre de 2012


Bernardino y la historia de un  paseo a los cerros de cristal

“Deberías de caminar con zapatos Bernardino, la tierra es dura. Te duelen los pies ¿sientes las hojas secas que crujen? El sereno helado de las hierbas del camino que mojan las canillas, los pies. Si regresas al cuarto, ya no la alcanzarás, María Isabel. Estarás en el puerto de palos esperándome, mirando a que aparezca en el camino…Me verás llegar a tu lado y me darás la mano para levantarte y correremos por la orilla del río hacia la muyuna y a los cerros de cristal salitre, trataremos de entrar a esa ciudad que hemos visto y entrado con nuestra imaginación. Pero yo querré mirar tus ojos hermosos color café, tu sonrisa dulce y serena de niña bonita. Cuando lo haga, me reclamarás el por qué de mi tardanza, te diré que me había quedado dormido hasta muy de madrugada pensando en ti, mirando el cielo lleno de estrellas, contemplando la bórea cósmica, pensando en el barco fantasma saliendo de la muyuna, con su ruido fónico de corneta colonial y su música eterna, cruzando de largo por el puerto.
El sol ha salido sobre la cumbre boscosa, a penas se ve detrás de los árboles brillando desde lo alto de los cerros, mi piel debería sentir que quema. Hoy debería acariciar tu cara bonita, hoy debería hablarte de las cosas lindas que se ven en es este lugar de la selva: hablarte por ejemplo de las flores prehistóricas que devuelven la belleza perdida, de los pájaros místicos que extasían y enloquecen a los urbanos, de las mariposas  gigantes con su arcoíris en las alas que emanan dulces olores, de los arboles que guardan secretos de vida eterna, de las aguas verdes y cristalinas que hacen renacer a la juventud de quienes se bañan, de los ríos  metálicos y sus serpientes doradas y de los misterios  que esconden los hombres vestidos como en el paraíso.  
  ¿Estarás ya en el puerto esperándome? No veo el puerto aún, me falta recorrer esta larga curva, y el camino es angosto, la tierra dura y filuda que lastima mis pies. Tienes que conocer estas cosas María Isabel, para que el mundo sepa que tú y yo vivimos en el lugar donde las cosas todavía no tienen nombre y dónde todo está por hacerse. Y el calor en la selva es sofocante, soporífera, por que hasta los sueños sudan cuando duermes.
El sudor me resbala por la cien cuando camino. Espera, que hay aquí, algo se ha arrastrado por las hojas, lo sentí. Debe ser una Shushupe, a esa que los damos un machetazo en el lomo y rebota y no muere, solo mueren si las das un varazo con varita fina.  Parece que este fue un Jergón, se perdió entre las hojas, se fue.
Se oyen los gritos de los monos, de los paucares, de los manacaracos, recién acaba de amanecer. Cuando cantan los manacaracos al amanecer es por que va llover. Hoy parece que va a llover, no sabemos a que hora, aquí siempre llueve mucho. Así cantan aquí todos los pájaros, según la hora del día. Aquí el paraíso original existe María Isabel. Todo es verde, todo es color, todo es sonido, todo es vida, no hay aquí mal, es una tierra sin mal todavía.
Ya veo el rio, ya estoy cerca del puerto María Isabel. Corro. Las ramas de los arboles me chicotean en la cara y en los ojos, no importa, debo verte,  a si hemos quedado, y no he dormido pensando en verte hoy. Veo el puerto y no te veo, debes estar en el algún lugar. Cuando llego a al puerto, subo a la rampa, te busco en los botes que flotan y tu no estás en la casa de espera, ni entre los hombres que levantan pesadas cajas de huevos, sacos de arroz, sacos de maíz, no estas en ninguna parte. He llegado tarde María Isabel, la culpa la tengo yo por quedarme hasta el amanecer pensando en ti. Ahí están los tambos, los votes, varios hombres y tu no estas. ¿Llegue tarde María Isabel? Te fuiste, madrugaste, tus tíos te llevaron temprano, no les agradaba que te juntaras conmigo, aunque al principio por curiosidad turística y tomarse fotos, me querían a su lado. Pero tú querías conocer el árbol de la Lupuna, el árbol encantado donde aparecen los espíritus de los bosques, querías que te enseñara donde está el río de los Yacuruna, el lago de las sirenas y las  minas de sal donde está el cuerpo incorrupto de soldado Español aventurero de estas aguas. Todo eso debía enseñarte hoy. Nunca voy olvidar tu lindo rostro como la orquídea rosada. Me lavare la cara y me sentaré aquí para pensar en que ya no te veré jamás. El agua del río está turbia y muy helada, es inmenso, algún día aparecerá otra María Isabel. El sol debía quemarme la piel, el agua debería mojarme la piel y mis cabellos. Por que pues…una mano.”  
“Una mano tibia tocaba mi boca y me despertó. Me dijo:
-Ummm duermes hasta muy tarde jovencito.
-María Isabel…pensé que ya te habías ido. Soñaba que te habías ido.
-Al contrario, he venido a decirte que me quedo  hasta el domingo y vas llevarme a conocer esos lugares del que me has hablado tanto. 

Recuerdo una frase de algún cuento de Onetti: "También la vida es una idiotez complicada".http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/09/el-astillero-de-juan-carlos-onetti.html

jueves, 12 de julio de 2012

Relatos


Sofía
“Cuando te vi, tus ojos parpadearon al verme. Lo noté claramente, tu mirabas a un lado para disimular que no me vías, pensabas seguro que no te había visto que me mirabas, y cuando volviste a mirarme, yo te estaba mirando, te encontraste con mis ojos. Te pusiste nervioso, pusiste una cara de tomate. Sonreíste, me dijiste, hola, hola te respondí y entraste a tu salón con las manos en el bolsillo del pantalón, estabas visiblemente nervioso y sorprendido. Pero yo no puedo dejar de pensar en tu rostro con esos lentes de marcos negros, te quedan bien,  reafirman ese aire inteligente y guapo que eres. Me gustan tus ojos negros, esas cejas finas, esa cara jovial, esa cara de papacito. Pero  me gusta más ese niño tranquilo, inteligente, tierno y a veces serio. Eso me gusta de ti, esa seriedad de hombre maduro y niño tierno a la vez. Te he estado observado siempre desde la primera vez que te vi. Hay si supieras que suspiro cada vez que te veo y cada vez que pienso en ti, mi corazón se acelera, mi cuerpo se hace no se qué, me ruborizo. No puedo dejar de pensar en ti desde la primera vez que te vi caminando por el patio con el flaco Juancho.” Suspiras, sonríes, miras al profesor que se acerca a ti y pone el examen sobre la mesa. Lo miras sin leer, pones tu nombre en esas líneas punteadas, grado y sección: 4 “A”.  Tú vuelves a mirar hacia la puerta, el sol de la tarde golpea sobre las paredes de ladrillo arenisco de las aulas y el calor soporífico se vuelve pesado.  “Entré a tu salón por quería verte. Fui con el pretexto de ver a mi amiga Margot, tu compañera. Y ahí estabas tú, impecable como siempre, con el uniforme blanco y gris, bien planchado y los zapatos bien lustrados. Estabas sentado en la carpeta, comiendo un helado junto a Piero, pensando en algo con la mirada fija en la puerta.  Te sorprendí otra vez, volteaste esa cara blanquiñosa para darme la espalda. Buscaste algo en el cajón de la mesa. La verdad es que no supiste que hacer mi baby. Margot me picó la barriga con un dedo diciéndome, ahí está, no te aloques hermanita. Tranquila niña, tranquila loquita. No te lances. Ni la tientes amiga, vayas a ser perder la vocación al futuro cura, será un curita divino. Yo me reí mirándote, te sentabas sin saber que hacer, te diste cuenta que te miraba y hablaba de ti. Te pusiste de pie, caminaste despacio por mi lado, disimulando tu timidez y luego  al llegar a la puerta, aceleraste el paso y saliste del salón. Estabas colorado mi baby, no sabía que tú eras tan tímido.” Recorres con la mirada de izquierda a derecha la pizarra mal borrada, las letras de tiza se ven en colores azules, rojos y blancos, lees: examen de CTA, fecha 23/03/2008. Suspiras pensando. La cara del joven profesor mirando seriamente a todos. “No sé por qué tus ojos cuando me miran me ponen nerviosa, pareciera que me tocaras con la mirada, un no se qué se apodera de mi, debe ser por que miras tiernamente o será por que tienes una linda sonrisa o por que eres un muchacho atractivo, decente, caballero, de esos que hay pocos, es decir, de esos tipos que se encuentran uno entre quinientos. También a mis compañeras las vuelves locas. Si, las vuelves locas, todo el mundo escribe tu nombre en los cuadernos, eres hermoso, churrísimo, tú eres  el amor platónico de muchas, un imposible para ellas, pero quien sabe. Si, eso piensan de ti.” Miras esa hoja manchada con tinta negra a los costados, tu nombre escrito en caligrafía garabata, miras también el piso de cemento, un papel de cuaderno arrugado junto a tus zapatos, lo pisas arrastrándolo hacia la silla haciendo un ruido tosco. Escuchas un susurro de voces detrás, preguntando las respuestas. Levantas la mirada hacia la ventana. El profesor ha estado observándote. “Eres hermoso, simpático, dicen que tu vas hacer curita, dicen esas malas lenguas…eres alegre, serio en tus cosas, estás como se quiere. Aunque se mueran de envidia mis compañeras. Te has fijado en mí. ¡Qué alegría! ¡Qué emoción! Solo en ti nada más en ti, he sentido estas cosas en mi ser que no se explicar. Es más que sentir volar mariposas en el estomago, es mas que oler el perfume de las rosas en un jardín, es como sentir que vives feliz por instantes eternos.” El profesor parado frente a la pizarra con los brazos cruzados. Luego los baja y los pone  detrás de la espalda, en posición de descanso. Cambia de mirada y se pone andar por el centro del aula. Te has dado cuenta: los ojos del profesor, mirando tu fila,  observándote otra vez. Vuelve otra vez al lugar donde estuvo parado y desde ahí quiere verlo todo, taconeando los zapatos alargados y marrones, esos que tienen forma de pico de pato. Tomas la hoja del examen con la mano izquierda y te ventilas la cara, luego sonríes cuando vuelve a mirar tu fila,  bajas la hoja del examen a la mesa. Lees la primera pregunta, intuyes la respuesta, escribes con  letra corrida: las aterías del corazón son… Luego detienes el lapicero y tintineas sobre el papel.  Esa cara, esa mirada aparecen frente a ti, clara, tierna. “Eres como caído del cielo. Eres un amor Mario. Te amaré con toda mi alma, solo si tú me amas de verdad, por que mi corazón tiene varios rotos, no quiere otra herida más. Esperaré a que te acerques a mi y me lo digas mirándome: “Sofía…yo…tu sabes que tu me gustas, estoy enamorado de ti.” ¿Así?, estás loco, ¿de verdad? No seas mentiroso. No es cierto. Tú tienes tu enamorada, yo te vi. Es más bonita que yo. “No, de verdad, no tengo enamorada. Tú eres la única que me gusta.”  Yo no sabré que decirte, te diré que estás bien loco, te diré que otro día conversamos…o mejor te miraré a los ojos y tu tomarás mi cara...tu y yo solos mirándonos los ojos, acariciándonos nuestros rostros”. Oyes la voz del profesor indicando que las preguntas corresponden al tema que han expuesto y de aquello que han investigado cada uno, no es otra cosa que no se haya estudiado. Se pasea desde la puerta hasta el centro de la pizarra, pensando. Lees,…indica las partes principales del sistema circulatorio…y ves el dibujo en blanco y negro…un cuerpo despellejado para indicar las arterias. No sé nada profe, escribes, no me acuerdo. Lees la pregunta siguiente, suspiras otra vez cuando levantas la mirada sobre sus cabezas para verlos a todos. Celene levanta los ojos dormilones, piensa en un instante, luego se inclina acordándose de algo y  escribe apresurada. Los tres últimos alumnos que están contra la pared, miran sin hacer nada, abren la boca de pereza, lagrimean los ojos, tienen sueño, no saben nada. Tintineas otra vez el lapicero sobre la mesa.  Sigues pensando en él. Dibujas un cuadro al dorso de la hoja, luego un corazón, le pones alas, escribe tu nombre y xxxxx. Vuelves a mirar la ventana, la puerta, el sol que brilla en lo alto de la cumbre boscosa, el patio que tiembla como fuego abrazador. El profesor se ha sentado en su pupitre. “Tú saliste. Conversé con Margot sobre ti, le pregunté que hacías, que si tenias enamorada, y me dijo que no. Que ella sepa no, no te habían visto con nadie, de que se morían por ti, habían muchas. Me dijo que tenías unas amigas que se acercan a ti y que son muy confianzudas: Te abrazan, te roban besos, son unas regaladas, fáciles. Dicen que te pones un poco colorado. Te molestan de curita. Eso me dice Margot. Hay como te molestan con eso, “vamos a tentarle al curita”, se entregan de brazos abiertos, se sientan sobre tus piernas, y tú, el muy amable te levantas y los abrazas y te escusas y sales a la biblioteca o hacer cualquier otra cosa para zafarte de su acoso…. Me acercaré a la hora de salida. Te diré hola. “Hola”. Eres Mario ¿Verdad? “Si”. Soy Sofía, quería saludarte. “Ah gracias, un gusto saludarte”. Chao. “Chao”. “¿Te vas así de pronto?” Si, claro. “Espera, vamos juntos, ¿Vas por ahí?”. Si. “Te acompaño si quieres.” Ah gracias. “¿Cómo sabes mi nombre”. Ah es un secreto. “Okey, no me lo digas si no quieres. ¿Y tu enamorado? ”. ¿Quién? “El gordo Nacho Reátegui”. Ah ese gordo, no me hagas acordar, ya no es mi nada. “¿Nada?” Si nada. Fue puro vacilón pues. “Ah puro vacilón, a ti te gusta mucho vacilarte por lo que veo.” Claro, la vida hay que disfrutarla, hay que gozarla, hay que vivirla ¿no?… “Claro, por su puesto”. Si, hay que disfrutar de la vida. “Ahh  si claro, hay que vivir la vida”. ¿Y tú vas a ser curita? “¡Ah, eso, me molestan por que ando con curas y monjitas, pero no, no voy a ser cura.” Menos mal, por que serias un desperdicio de hombre, lo que nos perderíamos nosotras. Jajajaja. Te reirías a lo mejor.” Sonríes y suspiras profundo. “Piensas tonterías Sofía”-te dices. El profesor regaña a Judith por estar con el libro abierto y copiar las respuestas. Prefiere un once honrado que un veinte robado. Se siente molesto, le ha quitado el examen. Tú te vuelves hacia esa voz gruesa e intimidante. Lo vez eufórico, saca un lapicero rojo del bolsillo de la camisa rayada y lo pone cinco y debajo “por plagiar”. Judith se levanta sin decir nada. No quiere oír al profesor y hace una mueca de burla. Hay un silencio total. Sale del salón y grita como una loca. Tú piensas. “¿Si mañana pasara por tu casa? Claro, nos encontramos en la esquina del jirón independencia, iremos juntos al  cole. Hola. “Hola Sofí”.  ¿Cómo estás? Bien ¿y tu? “Bien, estoy muy bien”. Te quedan muy bien esos lentes. “Ah gracias, tu eres muy bonita, eres una princesa solitaria, eres muy simpática, te pareces mucho Selena Gómez, pero ¿por que tienes los ojos tristes?” Anoche me desvelé un poco estudiando. “¿Así? ¿Te gustaría estudiar conmigo?” Sería genial estudiar contigo. Asolas nos veríamos. Irías a mi casa, mi madre jodida, te sorprendería con su cara de ocho, gorda y despeinada. Yo no soy así, soy todo lo contrario, me gusta divertirme. “¿Ella es tu vieja?”. Si desde que se pelearon por los cuernos que lo puso mi padre, ella se ha puesto así, una vieja amargada y cascarrabias. Claro, como no va estar así, si la ha cambiado por una chibola casi de mi edad. Eso a cualquiera la deprime. A veces me tiene cólera, dice que por mi culpa se ha vuelto vieja y que por eso ya nadie la quiere. No me habla días enteros a veces. Como si yo tuviera la culpa de todo. Si tú supieras mi vida, es un infierno, a veces no hay ni para comer. A mi padre no le alcanza para la pensión, no tiene trabajo fijo. “¿No se molestará cuando salga contigo?” No, le da igual, o quizá prefiera que me case de una vez. Subirás a mi cuarto. Te haré sentar en mi cama y tu me abrazarás, tú y yo…”  Loca que piensas.  
-Quince minutos y me entregan los exámenes-dice el profesor. Sigue observándote. Se acerca a ti, mira tu examen, menea la cabeza, no has hecho nada. Tú sonríes al profesor, a ese que te cae chévere, por que es simpático, recto y joven. Recorre el salón con sus pasos largos, siempre taconeando los zapatos. Oyes hablar fuerte regañando a Fernando, ¡mira tú examen hombre…! ”Cuando no el gemelo siempre plagiando. Siempre plagian estos dañados. ” ¡O te me vas afuera ¡ En voz baja, dices ´´bótalos profe, ya te plagiaron. Manuelito te oye. “¿Sabes la cinco?” “No, estudia ocioso.” “Ahh, así eres, esta bien...sobrada…ya te jodiste…después no me pidas favorcitos.” Mueve la cabeza con una sonrisa cachacienta. Lo ves, su pelo grasiento y la cara de bebe travieso. Te vuelves despacio mirando el piso, la hoja vacía del examen, luego ves acercarse el profesor.
-Qué pasa ahí, silencio- habla el profesor. –Si ya ha terminado señorita, entregue de una vez y salgan a fuera.
-Nada profe. Tranquilo, no te molestes, soy honesta- Arrimas la cabeza, contra la pared, pensando. Ahora no te importará el examen. Escribes: no sé, no sé en las demás preguntas. “Tú tienes enamorada, un muchacho como tú, chicas bonitas no te deben faltar. Pero como dicen por ahí, en la guerra y en el amor, vale todo…” “Dicen que eres un poco tímido. Me gustan los tímidos, por que son los hombres más sinceros y puros. ¿De verdad eres tímido? Dicen  muy poco, no florean, solo saben amar. “Bueno, no sé, creo que un poco, me pongo tímido frente a las chicas bonitas como tu. Las chicas como tú me ponen nervioso, como a cualquiera ¿no?” Si se nota. Y te sonrojarás. Te pondrás colorado. Esconderás las manos en el bolsillo del pantalón, andarás enjuto y tratarás de parecerme bacán. Pero tú no eres así. Eres distinto. Tú andar lo dice todo, caminas seguro, mirando de frente. ¿Sabes matemáticas? “Si, un poco, me defiendo. Me gusta más historia y literatura, también arte.” A mi matemática  y también historia  “¿De verdad?”. ¿Podemos estudiar juntos? “Claro”. ¿De verdad? “Si, será un placer hacer las tareas contigo, ambos aprenderemos si nos enseñamos mutuamente.”
Vez la pizarra verde y otra ves la cara del profesor mirando con sus ojos negros y profundos en silencio, atentos hacia los movimiento extraños debajo de las mesas. Tu sabes que hace rato se plagiaron el examen, no se ha dado cuenta. Tú nada, te dices. Entonces ves levantarse a Deyvi, Arnol, después a Mañuco, con el examen resuelto en la mano. Entregan al profesor y salen. A fuera oyes unos gritos locos de contentos de haber logrado la hazaña: haberse zafado de la vigilancia del profesor. “Sacaron veinte estos idiotas, qué importa, la próxima estudiaré.”
“¿De verdad? Voy a tu casa mañana si quieres.” No, mejor yo voy a tu casa. Tú debes saber que mi madre es una jodida. Te vas asustar cuando la veas. No lo tomes a mal…es como…nada.” Así te diré, a si te voy a querer tontito. Te veré en la hora de la salida, espero que me mires. Me gusta que me mires. Creo que estoy perdidamente enamorada de ti Mario.” Suspiras otra vez, te levantas sonriendo, caminas de frente y entregas el examen al profesor. Lo ojea, te mira y tú le das espalda.
-Excelentes respuestas…señorita.
-No te burles profe. Ya arreglamos después.


Morales, Marzo del 2011

sábado, 6 de octubre de 2007

Hablando de tí;


Hablando de tì,
dirè que eres como el agua fresca
como el viento que mueve mis cabellos
como el sol tibio de la mañana que despierta
como el canto de la niña de los sueños
como el ruido de las estrellas
como la luna naciente en la noche.

Hablando de tí;
diré que eras la gota que resbaló en la hoja verde
la mañana que mojó mi rostro cuando desperté mirandote
el río que llevó el día anda luz.
Que eras el susurro de la noche
el camino libre a la montaña de nieve
la imagen azul del cielo.


Hablando de tí;
dirè que tus ojos no eran azules si no pardos
que tus manos no eran de papel si no de pan caliente.
Diré que tenias una voz de viento humilde en las alturas
que eras como el silencio de un pájaro en vuelo
que mirabas como cuando soñabamos juntos.