viernes, 28 de septiembre de 2007

Mi nombre


Sé que has pronunciado mi nombre
en las mañanas cuando acababan de nacer los días de la madrugada
cuando te despertabas con el sol filtrándose por la ventana
cuando sentías que el aire frió no quería huir de la noche
llevando tus sueños despiertos, tus ruidos, tus visiones, tu pasado.

También sé que evocabas mi nombre
en los atardeceres de soledad de abril
cuando los pájaros volaban a los árboles más altos
para espiar con sus ojos directos el horizonte de la infinidad
buscando tal vez presagios,
las formas de la devolución de tus sueños esquivos.

Sé que escribías mi nombre
en la calle de paredes abandonadas
cuando el corazón se detenía para mirar con ojos
y cuando el aliento se agarraba del alma,
escribías con mano de tiza para decirme que me buscabas.
En la piedra del río, en aquella roca solitaria que te acompañaba
en los días que te abandonaron en tu silencio
como el mendigo arrojado al olvido.
En aquel brazo delicado, en tu libro preferido
en todas las cosas que podías tocar y escribir
en todas partes escribías, mi nombre con obsesión...

Sé que habías pronunciado mi nombre
cuando el viento acariciaba la faz de tu rostro bañado de sol
cuando buscabas chocar con la soledad de los días vacíos
cuando los ojos parpadeaban por el desconcierto
sintiendo la ausencia, el vació, la profundidad de la nada.

Sé que evocabas mi nombre
en las noches de viento conspirador
cuando escuchabas el silbido y la voz del pájaro
queriendo oír tal vez en la resonancia de un lejano te quiero
y con la mano tocabas el cielo para no sentir la irrealidad.
Llamabas mi nombre, y no estaba.

Sé que escribías mi nombre
en la arena gris de la playa del mar embravecido
en la arena del río
con el mismo dedo con que señalabas el horizonte
y que eran las olas que borraban con espuma enloquecida, ese nombre.
¿Acaso la arena, la espuma el, el agua, eran el tiempo efímero?

También se que evocabas mi nombre
en las horas de lluvia tierna en la ciudad
cuando mirabas por la ventana de vidrio
desde el cuarto que encerraba tus secretos
con tu febril silencio de ruidos que el alma escuchaba
cuando tus ojos, tu cara, tus cabellos,
tus pensamientos reposaban en la quietud de la hora triste.

Sé que pronunciabas mi nombre
varias veces en la oración que salía de tu boca
con esa voz que celebrabas la melodía de la vida
con el suave ritmo que lleva el viento tocable de la música
a aquellos oídos del sordo que reconociendo tu voz, te llamaba
y tu te acordabas...me llamabas, y no estaba.

Sé que ahora escribes mi nombre
en tus sueños más dorados y más desconocidos
en la libertad creíble para soñar
y que ahora prefieres no conocerme
y porque crees que brotaran de tu inocencia
el temple de combate por tus anhelos.
¿Y será que mi nombre, lo escribirás solo en el espacio de tu sueños?
Diré entonces que solo habías escritos mi nombre...

Ahora se que sé que pronunciarás mi nombre
en los campos que verán tu sencillo andar
ahora con tu mirar esquivo, fugando al ruido de la soledad
cuando encuentres que sonreír a la flor que se agita levemente por ti
te pondrás como el viento feliz, y no habrán más pasos solitarios.
Mi nombre... mi nombre... será ya un vago recuerdo.

Pensaré ahora que evocarás mi nombre
cuando ya corras libre detrás del viento libre
huyendo de las voces que llamaron atrás
sin mirar tus pasos en la vuelta del camino
y dirás que mi nombre es como huella perdida del recuerdo,
entonces ya no me evocarás...

Diré entonces que habías pronunciado mi nombre
antes de dormir, después de levantarte
en todos los momentos del día y la noche
en todos los lugares donde te encontrabas
pronunciabas mi nombre pensando: Donde estás que te quería...

Diré como nunca que me evocabas, me escribías, me llamabas
tal vez no haya existido, porque yo era donde tu no creías
por que yo era donde tu no estabas
en fin, soy el joven amor, libertad de la paz.
Y ahora escribiré tu nombre...
en la tarde por que es como el amanecer,
y solo porque tú... estas todavía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario