sábado, 29 de septiembre de 2012


Bernardino y la historia de un  paseo a los cerros de cristal

“Deberías de caminar con zapatos Bernardino, la tierra es dura. Te duelen los pies ¿sientes las hojas secas que crujen? El sereno helado de las hierbas del camino que mojan las canillas, los pies. Si regresas al cuarto, ya no la alcanzarás, María Isabel. Estarás en el puerto de palos esperándome, mirando a que aparezca en el camino…Me verás llegar a tu lado y me darás la mano para levantarte y correremos por la orilla del río hacia la muyuna y a los cerros de cristal salitre, trataremos de entrar a esa ciudad que hemos visto y entrado con nuestra imaginación. Pero yo querré mirar tus ojos hermosos color café, tu sonrisa dulce y serena de niña bonita. Cuando lo haga, me reclamarás el por qué de mi tardanza, te diré que me había quedado dormido hasta muy de madrugada pensando en ti, mirando el cielo lleno de estrellas, contemplando la bórea cósmica, pensando en el barco fantasma saliendo de la muyuna, con su ruido fónico de corneta colonial y su música eterna, cruzando de largo por el puerto.
El sol ha salido sobre la cumbre boscosa, a penas se ve detrás de los árboles brillando desde lo alto de los cerros, mi piel debería sentir que quema. Hoy debería acariciar tu cara bonita, hoy debería hablarte de las cosas lindas que se ven en es este lugar de la selva: hablarte por ejemplo de las flores prehistóricas que devuelven la belleza perdida, de los pájaros místicos que extasían y enloquecen a los urbanos, de las mariposas  gigantes con su arcoíris en las alas que emanan dulces olores, de los arboles que guardan secretos de vida eterna, de las aguas verdes y cristalinas que hacen renacer a la juventud de quienes se bañan, de los ríos  metálicos y sus serpientes doradas y de los misterios  que esconden los hombres vestidos como en el paraíso.  
  ¿Estarás ya en el puerto esperándome? No veo el puerto aún, me falta recorrer esta larga curva, y el camino es angosto, la tierra dura y filuda que lastima mis pies. Tienes que conocer estas cosas María Isabel, para que el mundo sepa que tú y yo vivimos en el lugar donde las cosas todavía no tienen nombre y dónde todo está por hacerse. Y el calor en la selva es sofocante, soporífera, por que hasta los sueños sudan cuando duermes.
El sudor me resbala por la cien cuando camino. Espera, que hay aquí, algo se ha arrastrado por las hojas, lo sentí. Debe ser una Shushupe, a esa que los damos un machetazo en el lomo y rebota y no muere, solo mueren si las das un varazo con varita fina.  Parece que este fue un Jergón, se perdió entre las hojas, se fue.
Se oyen los gritos de los monos, de los paucares, de los manacaracos, recién acaba de amanecer. Cuando cantan los manacaracos al amanecer es por que va llover. Hoy parece que va a llover, no sabemos a que hora, aquí siempre llueve mucho. Así cantan aquí todos los pájaros, según la hora del día. Aquí el paraíso original existe María Isabel. Todo es verde, todo es color, todo es sonido, todo es vida, no hay aquí mal, es una tierra sin mal todavía.
Ya veo el rio, ya estoy cerca del puerto María Isabel. Corro. Las ramas de los arboles me chicotean en la cara y en los ojos, no importa, debo verte,  a si hemos quedado, y no he dormido pensando en verte hoy. Veo el puerto y no te veo, debes estar en el algún lugar. Cuando llego a al puerto, subo a la rampa, te busco en los botes que flotan y tu no estás en la casa de espera, ni entre los hombres que levantan pesadas cajas de huevos, sacos de arroz, sacos de maíz, no estas en ninguna parte. He llegado tarde María Isabel, la culpa la tengo yo por quedarme hasta el amanecer pensando en ti. Ahí están los tambos, los votes, varios hombres y tu no estas. ¿Llegue tarde María Isabel? Te fuiste, madrugaste, tus tíos te llevaron temprano, no les agradaba que te juntaras conmigo, aunque al principio por curiosidad turística y tomarse fotos, me querían a su lado. Pero tú querías conocer el árbol de la Lupuna, el árbol encantado donde aparecen los espíritus de los bosques, querías que te enseñara donde está el río de los Yacuruna, el lago de las sirenas y las  minas de sal donde está el cuerpo incorrupto de soldado Español aventurero de estas aguas. Todo eso debía enseñarte hoy. Nunca voy olvidar tu lindo rostro como la orquídea rosada. Me lavare la cara y me sentaré aquí para pensar en que ya no te veré jamás. El agua del río está turbia y muy helada, es inmenso, algún día aparecerá otra María Isabel. El sol debía quemarme la piel, el agua debería mojarme la piel y mis cabellos. Por que pues…una mano.”  
“Una mano tibia tocaba mi boca y me despertó. Me dijo:
-Ummm duermes hasta muy tarde jovencito.
-María Isabel…pensé que ya te habías ido. Soñaba que te habías ido.
-Al contrario, he venido a decirte que me quedo  hasta el domingo y vas llevarme a conocer esos lugares del que me has hablado tanto. 

Recuerdo una frase de algún cuento de Onetti: "También la vida es una idiotez complicada".http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/09/el-astillero-de-juan-carlos-onetti.html